Así comienza Snuff de Ariel Pukacz

Bueno, lo que vamos a ver hoy es un género cinematográfico que curiosamente tiene su origen acá en Argentina, Buenos Aires, en Tigre: el cine snuff.
El snuff, bueno, el snuff es una película en la que se registra un homicidio real.
Hacia, eh, comienzos de los años setenta en Estados Unidos se corrió el rumor sobre la llegada clandestina de este tipo de películas, filmadas supuestamente en Argentina y México. El FBI se involucró en una investigación sobre el tema, pero no llegaron a ningún lado. “Cold Case”, le dicen a eso los gringos.
El snuff parte como un género prácticamente apócrifo, no se puede asegurar que exista, pero tampoco que no, es el gato de Schrodinger cinematográfico, si se me permite la expresión. Porque por más que no exista, lo que la… la premisa abrió las puertas de toda una propuesta en la que el concepto en sí del snuff funciona, ehm, como herramienta argumental para diferentes películas. Ante la falta real de encontrar material snuff verdadero, el género se sostiene en la recreación cinematográfica de este tipo de prácticas.
Snuff fue el título de una película filmada en el Tigre, originalmente llamada Slaughter, ideada por Roberta y Michael Findlay. Quizás fuera de Snuff por lo que más los recordamos es por Satan's Bed de 1965, protagonizada por una ignota y jovencísima Yoko Ono, ¿la vieron? no está mal, se deja mirar.
Entonces: Snuff, o más bien Slaughter, se filmó durante cuatro semanas en Argentina, con treinta mil dólares. Se rodó sin sonido, porque los actores no hablaban inglés. Los diálogos los agregaron en Nueva… sí, en Nueva York. Nunca pude averiguar de dónde sacaron la guita, una guita que en ese entonces para una película no era nada, pero para la vida de una persona común y corriente era un fangote. Imaginate, sos una pareja que la lucha y te cae ese fangote, cualquier persona normal la hubiese usado para salvarse, pero este matrimonio de locos la puso en una película. Como dije, no era una montaña de dinero, pero si vivías en la Nueva York de ese entonces, que estaba quebrada… Y bueno, para nosotros ni hablar.
La película en si es mala, qué les voy a decir: un triángulo amoroso entre una actriz, su productor y un chico argentino que Terry London, la protagonista, había conocido en Nueva York, que venía de una familia de vendedores de armas medio nazis; bah, nazis. El romance transcurre entre escapadas a Buenos Aires y Punta del Este, Uruguay. En medio, una secta satánica inspirada en el clan Manson— tema que estaba súper en boga en esos años, la explotación de aquellos crímenes— conformada por un joven llamado justamente Satán, y su harén de chicas se inmiscuyen en la mansión y todos terminan…bueno, no voy a spoilear el final, pero…
El creepy Crawl
¿Perdón?
Creepy Crawl era eso que hacía la Familia Manson, de entrar a mansiones de ricos y mover las cosas de lugar, los muebles, floreros, pero de manera casi imperceptible. Los destruían psicológicamente. Eso fue un buen tiempo antes de los asesinatos.
Martín ¿Cierto?
No, Marín, Marín. Disculpame, Marín. Muy buena observación. No tenía el dato. En qué estaba… ah, sí: los Findlay intentaron distribuirla con Allan Shackleton, dueño de Monarch
Releasing Corporation, una distribuidora pornográfica de Nueva York. No sé si eso les dice algo. The Slaughter se estrenó sin éxito en 1971. Las latas quedaron en Monarch, juntando polvo por casi media década, hasta que Schackleton encontró el modo de revertir estas falencias argumentales en una virtud al sumar una escena final y cambiar el título a Snuff.
Shackleton rompió la cuarta pared con la escena agregada, en la que todo lo rodado por Findlay resulta ser una película, una ficción. Se agrega esa única escena que resignifica todo, una cosa increíble. Pensá qué locura:cómo un tipo puede ver un material con otros ojos y salvarlo, la verdad. Bueno, entonces en la escena nueva, la agregada, la que agregó Shackleton, vemos el set de filmación, con camarógrafo, sonidista, asistente; todo un equipo técnico de cine. El director, que tiene una remera que dice “VIDA ES MUERTE”, pide “corte” y se pone intenso con la actriz, empieza a acosarla, prometiendo que el equipo técnico se va a ir para que ellos puedan coger en el set. Ella se niega y él arranca a golpearla. Bajo indicaciones del director, el equipo técnico retoma la filmación. El director, con ayuda de sus asistentes, atan a la actriz a una cama. Ella grita y él la golpea, ella se resiste, o intenta, y él la vuelve a golpear. Entonces comienza la tortura: le cortan los dedos, las manos. Al final la mujer se apaga, fallece. El director continúa mutilando el cadáver, totalmente desencajado, ido, hasta sacarle las tripas.
Pregunta a cámara si lograron registrar todo. Muestra los intestinos de la actriz muerta y pega un grito primal, la imagen se congela. Es buenísimo, eso. La película termina sin crédito alguno. El mito del snuff comienza. Pero mejor no nos quedemos con la descripción y veamos la película, a ver si la aguantan.

Desgrabación primera clase- Seminario optativo: géneros marginales- Universidad Tres de Febrero- Docente: Sergio Protopka. 27/7/2012