El minuto de Sangre

Capitulo 1

Quiere empezar con una pregunta incisiva. Sin concesiones. Cree que así se hacen las cosas: se hacen a fondo, si se hacen, y sino también. El oficio, se convence, hay que ejercerlo desde el principio. Desde el saludo. No son ellos -nosotros, piensa- amigos, ni bonachones, ni tampoco le deben favores a nadie. Simplemente preguntan. A eso se dedican, después de todo.

Por eso apunta al blanco y dispara. Como si eso pudiera abrir una vida. Como si una vida fuera una cosa cerrada, hermética y él la agrietara, perspicaz, con palabras premeditadas. Como si hablar fuera más que hablar. Como si preguntar fuera hechizar al otro y a su reserva de intimidad, Como si hablar fuera todo eso y nada de eso a la vez, el tipo pregunta quién es Sangre.

Atonal, la consulta es la típica cuestión periodística por entender la gran verdad de las cosas. Como si hubiera una gran verdad de las cosas. Como si el hombre que tiene enfrente fuera El Hombre y como si él fuera el notario. Como si estuviera escribiendo una Biblia y preguntara por la identidad de un Dios, ¡como si le estuvieran pagando por escribir la Biblia, preguntaba por la identidad de un Dios! Pero no. Pregunta porque así se hacen las cosas, si se hacen: como si cada palabra fuera divina él preguntaba, sin notar que no tiene la más mínima idea de nada o de casi nada.

El tal Félix no es un improvisado. Tampoco es un erudito. Solamente es uno que tuvo algo de suerte en el camino. Llegó hasta allí, hasta el punto de la pregunta, simplemente por la buenaventura de saber articular bien las influencias, unos contactos bien ubicados y quién sabé qué pizca de suerte o destino. Igualmente no es tonto y el trabajo previo está hecho. Él sabe bien quién es el tal Sangre. Pregunta porque preguntar abre mundos. Eso cree. Pregunta porque preguntar abre rumbos. Eso cree. Preguntar a los tumbos. Eso hace. El otro, sin embargo, lo esquiva.

El preguntador no mira cuando pregunta. Está concentrado en no chocar. En administrar los pedales de aceleración y freno como, siente, debe manejar también la conversación: cree que la entrevista es el arte de mantener los puntos en tensión, la velocidad justa, las pausas precisas, la estricta danza del tránsito que a veces se rompe, cruzar un semáforo en rojo, tal vez, de vez en cuando. Sentir cuando la charla tira, sentir en el cuerpo el ruido de todo, llevar el auto, llevar el tono, dejarse ir en punto muerto, ser un cuerpo en movimiento. A su lado, Sangre piensa un poco distinto: para él, la entrevista es simplemente una molestia y nada más que una molestia.