La frontera psíquica – Capítulo 1
Cargar con las cenizas de un muerto es una situación estresante. Y tenerlas en la mochila y trasladarlas por la ciudad, mucho más. No lo recomiendo para nada. Me siento una mula, un traficante: en la mochila tengo porro, mucho porro. No: tengo las cenizas de un muerto. El santo grial. Un millón de dólares. Conozco los códigos de los misiles rusos. Estoy en la calle. El trámite fue así: firme acá, también ahí, aquí tiene su urna, que en paz descanse. Que en paz descanse quién, pregunto para adentro y al toque me doy cuenta: los animales también descansan. Cuánta mitología. ¿Por qué les tenemos que adjudicar a ellos también nuestra religión? ¿Hasta en eso nos pasamos de rosca? Se ve que sí. Se ve que Freud, después de todo, tenía pinta de católico, creyente: que en paz descanses, Freud. Yo, mientras tanto, voy a cuidar tus restos en…